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Cronopios


Cronopios (2008 - 2015).

Los hidrantes son tan propios del ámbito urbano como el concreto mismo. Solitarios e inmóviles son a diario obviados por los cientos de transeúntes que con un movimiento autómata los esquivan sin interrumpir su acelerado caminar por la acera. En algún esporádico instante de nuestra convulsa rutina reparamos en su existencia, su función y su justificada disposición en cada esquina de esta inclemente ciudad. Alcantarillas, basura y perros son sus confidentes inseparables.

Muchos en maligna acción los han agredido, mutilado, pintado, y hasta sepultado en la masa sólida del cemento, unos pocos hemos tenido la fortuna de verlos en uso combatiendo al ardiente fuego con el vital líquido que de ellos brota, otros como Norma Guzmán confiesan “tenerles cariño”, ella no sólo los observa, sino que les ha dado papel protagónico en el encuadre de su cámara; su lente como extensión de su ojo captura repetidas veces los momentos en que estas inertes piezas de metal cobran vida. En cada imagen, la luz y las características del entorno definen actitudes particulares en cada hidrante, vislumbramos en algunos casos expresiones, gestos, e incluso escuchamos el inhalar y exhalar de estas criaturas. No es casual que la referencia literaria de la artista para identificar a sus queridos personajes sea el término cortaziano de cronopios.

Julio Cortázar (1914 – 1984) describe en sus narraciones cortas a estos individuos como seres cándidos, románticos, desconcertados y poco comunes, muy diferentes a los famas, que son disciplinados y pedantes; y las esperanzas: sencillas, apáticas y aburridas. Nuestra creadora por su parte hace lo propio valiéndose de la fotografía, en este caso el arte es el detonante que catapulta a los hidrantes a un estrato más humano en donde su discreta estatura enternece, y sus enroscadas válvulas y pernos pasan a ser cabezas, brazos, manos u ojos.

A diferencia de los hidrantes nosotros hemos llegado a experimentar una metamorfosis opuesta, esa porción de humanización que da substancia a los bondadosos cronopios parece escasear cada día más en nuestro escenario social, la mecanización de nuestros procederes nos hace más gregarios y solitarios. Paradójica metamorfosis esta en la que encontramos más vida y nobleza en el hidrante de la esquina que en vecino que coincide cada mañana con nosotros en el ascensor.

Proyectemos pues sobre dichos entes nuestras virtudes fustigadas por la cotidianidad, se evitó entonces titular las piezas, para dejar así al espectador el lúdico ejercicio de identificar los nombres, las acciones, los pensamientos y sentimientos de estos seres que conviven inadvertidos entre nosotros.


Eduardo Bolívar Figueira Comisario, Investigado







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